PLUTARCA, LA LAVADORA
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En Aporù cerca de una montaña se encuentra el castillo del dios Cenón y la diosa Plutarca, sus alrededores están sembrados con hermosas flores de geranios, margaritas, gladiolos, primaveras, violetas , azucenas, y rodeado con árboles frondosos de arces, olmos, y naranjos, sólo verlo es un espectáculo..
Allí trabajaba una criada a la que no le gustaba para nada lavar, y su trabajo no era el mejor, ya que casi siempre dejaba percudir la ropa y por lo tanto esta no tenía buen olor ni color.
Cierto día le asignaron como tarea lavar y arreglar toda la ropa de la corte, ella refunfuñando se dedicó a realizar su labor pero terminó tan cansada que se fue a bañar y a descansar. Entre tanto la diosa Plutarca quiso inspeccionar la ropa y encontró que esta tenía manchas blancas y no tenía la fragancia de rosas como ella lo había ordenado., la Diosa Plutarca indignada fue a comentarle lo sucedido a su esposo.
Cenón ¡Quiero hablar contigo! Ya no aguanto esta situación
pasa Plutarca , ¿qué es lo que pasa?, ¿por qué estás tan furiosa? dijo el Dios Cenón
Estoy brava con Fusca no sé qué hacer con ella, no quiere aprender a hacer las cosas bien, siempre tiene problemas con la lavada y arreglo de la ropa
No te preocupes mujer, - dijo el Dios Cenón, - , Fácil démosle una semana para que demuestre que es capaz de realizar su trabajo y si no cambia una maldición haré caer sobre ella.
Fusca que había escuchado la conversación, salió corriendo rápidamente por los pasillos del castillo aterrada por lo que había escuchado.
Tiempo más tarde la Diosa la llamó
Fusca, Fusca venid por favor, que te necesito.
Fusca con un poco de miedo, cabizbaja y con voz temblorosa le dijo:
¿Diosa Plutarca me habéis llamado?
Si, Fusca, mañana viene mi hija, por tanto quiero que laves muy bien toda su ropa, trajes, vestidos de fiesta y eso si por favor, ni se te ocurra dejarlos con manchas, además deben quedar con un agradable olor a rosas frescas, ¿has entendido?
Si señora, contestó Fusca retirándose del lugar, ella estaba muy temerosa, porque si no hacia las cosas bien, la maldición del dios Cerón caería sobre ella.
Se fue a su habitación y trato de dormir, pero las pesadillas rondaban en su cabeza, y se imaginaba todas las clases de maldiciones que podrían sucederle si no cumplía con exactitud la ordenes de la diosa Plutarca. Como no pudo conciliar el sueño, decidió dar una vuelta por el castillo, era consiente que no sabía hacer otra cosa más que lavar, como ya casi amanecía trato de conciliar el sueño y justo cuando ya iba en el quinto, sonó la trompeta con su típica melodía y al mismo tiempo los gritos de la diosa Plutarca retumbaban en su habitación
Fusca, Fusca, ¿aún estás dormida?, ¿qué es lo que te pasa? te noto distraída, ¿qué horas crees que son mujer?, levántate, recuerda que tienes una tarea que cumplir, lavar la ropa de mi hija.
Somnolienta y con el desayuno a medio a comer empezó su tarea, tenía tanta ropa que la
montaña de trastes superaba su corta estatura, Fusca, lavaba y lavaba, pero la angustia y los nervios la traicionaron, que tanto esfuerzo le causó una parálisis, quedando casi petrificada. Plutarca que era una buenas Diosa, y que había visto el esfuerzo de su empleada, le concedió una existencia a ratos. La convirtió en una caja metálica cuadrada, desde su corazón salía un cable que en un principio necesito de muchísimas velas, luego de gasolina y finalmente de corriente eléctrica, viendo que esto era bueno y no le causaba daño a Fusca, sus súbditos consiguieron multiplicarla por medio de sus cabellos los cuales eran como la melena de un león recién levantado.
Fusca sigo viviendo por siempre, y desde ese entonces ayuda a muchas mujeres y hombres a realizar el trabajo del lavado de la ropa de una manera más fácil y rápida. Todos le agradecen su sacrificio por auxiliarlos en esta ardua tarea.
Sonia Rocio Rincon Duquino
Grado 601