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DEPREDADORES DE MIEDO


En ocasiones necesitamos que la naturaleza misma nos muestre los daños que el ser humano le ocasiona al medio ambiente, desbordamientos de quebradas y avalanchas sobre poblaciones que habitaban en las laderas de los ríos como en Salgar, suelos erosionados en Casanare donde el agua es escasea, o quizá lo más absurdo y desastroso que se le pueda ocurrir a algunos sabios como es la desviación del rio Ranchería en la Guajira, para dar paso a la explotación minera sin importar dejar sin agua a sus habitantes y a cambio recibir la construcción de un campo de deportes, otro es la contaminación del mar y las playas de Santa Marta, Ciénaga y Pueblo Viejo por parte de la Drummon que dejo caer miles de toneladas de carbón al lecho marino, y que decir de lo ocurrido en Paz de Ariporo donde hace algunos años se inyectaba a la tierra, a diario unos 630.000 litros de agua mezcladas con aceites y ácidos para las exploraciones de petróleo en la zona.

Otro drama son las minas de oro de Marmato en el departamento de Caldas, donde para desgracia de nuestro país, a sus pobladores, en medio de la prepotencia, poder económico y con el aval del gobierno les colocan barreras para desarrollar una minería artesanal, actividad de la cual derivan su sustento miles de compatriotas desde hace varios años, gentes de limitados recursos económicos, quienes viven en medio de la pobreza extrema y la frustración al ver que sus recursos naturales están siendo afectados por toda una grupo de mafias que sin ninguna consideración por el medio ambiente y el más mínimo respeto por la dignidad y la salud explotan de manera indiscriminada estos recursos, así mismo no se justifica que mientras el gobierno dicta medidas extremas para criminalizar el ejercicio de la minería, se favorezca a las multinacionales, en detrimento de los pobladores de estas zonas.

Que existen leyes medio ambientales que hay que cumplir, claro que existen, pero como siempre, para los de ruana, cuando observamos como el manejo político y económico se disfrazan de autoridad los controles son mínimos y las normativas, demasiado laxas. Al fin y al cabo los gobiernos de turno solo piensan en las próximas elecciones y lo único que les importa es conseguir dinero rápido y fácil para financiar sus campañas populistas untadas de mermelada y de despilfarro ¿Y de dónde? Pues del subsuelo, es su mejor opción a corto plazo. Lo más preocupante es que las normas que regulan esta materia tratan por igual al más humilde minero artesanal y a las poderosas multinacionales, que en un abrir y cerrar de ojos obtienen sus licencias sin el más mínimo problema. Son cientos las solicitudes de los mineros artesanales que se encuentran represadas, puesto que la ley se hizo únicamente para que los potentados puedan cumplirla.

¡Ahh ¡pero eso no es todo, ahora la corte Suprema da vía libre para que gobiernos, mineros y petroleros tengan carta blanca para arrasar campos y cerros, incluso contra la voluntad de sus habitantes! No les importa que poblaciones enteras, como Nuevo Colón, Tasco, y comunidades que habitan cerca al páramo de San turban, defiendan el verde de sus paisajes, las aguas de los páramos y su cultura agrícola ya que si al gobierno le provoca transformarlo en un horror carbonero, lo hacen y todos tranquilos no pasa absolutamente nada.

Lo peor del caso no es que nuestros dirigentes sean insensatos, y poco inteligentes, sino que a pesar de todo lo que sucede, seguimos corroborando que somos los depredadores más salvajes existentes en la tierra, pero sin la menor intención de corregir estas acciones. Hoy nos asustamos y alarmamos y mañana seguimos contaminando sin freno sin aprender la lección, todos contribuimos al desastre. No reciclamos, no ahorramos agua, luz o gasolina, ni intentamos sacar de nuestro uso cotidiano las bolsas plásticas y el icopor, materiales que demoran miles de años en degradarse.

Para concluir, de nada le sirve al gobierno continuar congraciándose con las multinacionales mineras, si es más el daño social que nos está causando con sus prácticas corruptas, si con su complicidad se están generando todo tipo de desastres ambientales y problemáticas sociales. El verde esperanza de nuestros paisajes ya no es tan verde, los bosques, selvas y páramos se deforestan de manera vertiginosa, las fuentes hídricas y sus aguas cristalinas en algunas poblaciones se convirtieron en vertederos de aguas contaminadas y depósitos de basuras, y para completar nuestro colmo de males, los derrames de crudo sobre fuentes de agua potable, hablan por sí sola. Si seguimos por esta vía, no nos quejemos, las catástrofes naturales nos avisan diariamente de los daños que estamos provocando a la naturaleza, de cada uno de nosotros depende tomar conciencia y actuar de manera eficaz y eficiente.

Astrith Yamile Orduz

Grado 1102


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