PALABRAS DE MUJER
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Aristóteles definió a la mujer como un hombre inferior, en la Biblia se afirma que nació de la costilla de Adán, mientras que otros la consideran un sinónimo de madre, definiciones de mujer que realmente no se comparan con lo que realmente significa y representa. Definirla es limitarla, y no existen límites para las grandiosas mujeres que existen en el mundo, madres, abuelas, hijas, esposas, hermanas, monjas, presidentas, todas ellas mujeres luchadoras por excelencia.
Si bien en un principio, los trabajos desempeñados por el hombre y la mujer se complementaban garantizando su supervivencia, con el nacimiento del patriarcado empieza a desarrollarse una subordinación de la mujer al hombre. Si recordamos un poco de la historia de Colombia, con la Nueva Granada surgieron planteles escolares que obedecieron los principios del modelo educativo para niñas inaugurado por La Enseñanza en 1783 donde se formaba a las niñas y a las jóvenes para la reclusión y el claustro (Vahos 2002) mediante la educación en el pudor, prohibición de escribir, control estricto de las lecturas, encierro en la casa para la vida piadosa y virtuosa.
Fundada la República, brota la inquietud por las tareas de la mujer, en nuevo enfoque se promueve la educación para el hogar, el nuevo ideal buscó fortalecer el control y las normas sintonizados con los conocimientos que se articulaban al ejercicio de gobierno: higiene, pedagogía, administración, entre otros. La mujer moderna debía ser católica y moral, eficiente que seguía los principios de la racionalidad sugerida por sus tutores masculinos, es decir, una mujer mejor instruida sería una mejor ama de casa, madre y esposa. La intención de modelar bajo preceptos femeninos el alma, el corazón, el carácter, la voluntad y la apariencia de las mujeres, se trataba, de encarnar mujeres buenas, sumisas, eficientes, en la vida hogareña que inculcaban principios de ahorro, pobreza ,trabajo formadas para la castidad, la obediencia, la piedad, la humildad y la mansedumbre.
En los años treinta del siglo XX hay un empoderamiento de sus fuerzas y lucha por ser escuchadas y por sus ideales hacia la reivindicación de sus derechos, se forman las primeras mujeres en la Escuela Normal Superior como maestras, como científicas y promotoras de cambios sociales fundamentales en el País, caso de Virginia Gutiérrez, Edith Jiménez y Blanca Ochoa, líderes que trabajaron por el surgimiento de la historia de la educación colombiana, por sus investigaciones y sentido crítico, posteriormente en 1957 la mujer en Colombia tuvo derecho al voto, y de esta manera con restricciones estar en las mismas condiciones que los hombres.
De otra parte la marginación ha sido también profunda, por ejemplo, en el escenario del servicio público administrativo, subsisten muchas limitaciones que no permiten el libre acceso a determinadas responsabilidades labores, esto a pesar de que se cuenta con la ley 581 desde el año 2000, con la que se pretendió promover la participación de las mujeres a cargos públicos en el nivel nacional y regional con una cuota mínima de 30 por ciento para los puestos de libre nombramiento y remoción. Esto significa que en Colombia cada ministerio, departamento administrativo, superintendencias, secretarías entre otras deberían corresponder al género femenino; la realidad es que no es así.
Un largo trayecto recorrido por las mujeres para empoderarse y alcanzar logros y derechos que muchas mujeres desconocen, y que en pleno siglo XXI aún se les vulnera en distintos espacios, sólo por el hecho de ser mujer. ¿Qué nos esta pasando mujeres?” acaso no nos basta con la aterradora lista de mujeres que son víctimas cada año por agresiones con ácido, golpes, insultos, violaciones, muertes, abusos sexuales, hostigamiento, intimidación sexual en el trabajo y en otros ámbitos, la trata de mujeres, la prostitución forzada; la violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada por el Estado y en especial la originada por grupos al margen de la Ley. O que decir de las formas de violencia arraigadas en la cultura nacional y en estructuras patriarcales, que implican costos humanos y en cuanto posición ocupacional y niveles de remuneración, entre otros, para que nosotros nos agredamos entre nosotras mismas, acaso no es suficiente todo esto?
No , no más agresiones, no más insultos, ya callar no es una opción, porque la grandeza de una mujer como dadora de vida, protectora, constructora de paz con justicia social es inmensa, por que las mujeres somos más que un sector, más de la mitad total de la población hacemos parte de todos los sectores. Por eso, es tan importante que desde los hogares se eduque a los niños y niñas, desde edades tempranas, en una cultura centrada en la resolución pacífica de conflictos, en el aprendizaje del respeto por la diferencia, fomentando la empatía y eliminando al máximo los estereotipos transmitidos por la cultura patriarcal, el machismo; por lo tanto, es fundamental enseñar a ‘ser una buena persona’ en lugar de enseñar a "ser hombre" o a "ser mujer" y así desarraigar mitos como que la agresividad, los gritos son rasgos masculinos, o por el contrario, la sumisión, el silencio, la obediencia, el llanto… son rasgos femeninos.
Mujeres es necesario reivindicar nuestra dignidad y valía, reconocer nuestros derechos y liderazgo en la sociedad, nuestra participación debe ser visible como principio de nuestra democracia y como un sinónimo de existencia perenne.
Nombre: Juliana Ochoa
Grado10°03